Cuatro patitas buscan casa y Francisco Ayala


Nos ha dejado Francisco Ayala, para mí uno de los grandes de la literatura, con una obra penetrante y reflexiva, adelantada a su época y apegada a su tiempo, vanguardista y convertida ya en clásica imprescindible.

Anoche me acosté con su libro de relatos escogidos “De toda la vida”. Leí y disfruté. Me entristecí por su muerte, aunque también sentí la alegría intensa de la fuerza de sus letras.

El cuento de Francisco Ayala “El perro baldado” protagoniza mi entrada de hoy, donde quiero hablaros de un proyecto maravilloso: Cuatro patitas buscan casa puesto en marcha por Paloma, de Lagalgalluenta, y Marisilla, de Reciclín-reciclán.

Destaco del cuento “El perro baldado”:

… Me vuelvo a mirar. La mujer ha salido de su casa al oír el ruido, y desde la puerta –una puerta de color añil en medio de blanquísimas paredes-, muy cerquita de mí, casi a mis espaldas, está llamando al perro. Le pregunto: “Qué le pasa a ese perro?” Y ella me cuenta que era un perro vagabundo, uno de tantos perros sin amo; y que un día lo había atropellado un auto, quebrándole el espinazo. “Yo lo recogí entonces, pobrecito, y lo he cuidado. Antes, andaba suelto, correteando siempre de un lado para otro; tenía libertad. Ahora no le falta comida ni cariño, pero apenas ni puede moverse”…

El abandono de animales y su maltrato sigue estando lamentablemente a la orden del día. Por eso, la iniciativa de Paloma y de Marisilla Cuatro patitas buscan casamerece todo mi reconocimiento y mi respeto. Su esfuerzo por buscar un hogar para animales abandonados está ahora arropado por una idea fantástica:

Cada persona aporta las creaciones que quiera de forma altruista. Erik, por ejemplo, hizo unos dibujos preciosos. Y todas esas grandes obras se venderán en un mercadillo benéfico, donde el dinero recaudado se donará a la causa de los animales abandonados o maltratados.

El mercadillo tendrá lugar el próximo 12 de diciembre en Patio Maravillas (C/ Acuerdo, 8 de Madrid). Todavía quedan muchos días para ponernos manos a la obra con algunas manualidades. ¿Por qué no aprovechar una tarde lluviosa para divertirnos creando con nuestros pequeños?

¡Mucha suerte, Paloma y Marisilla!