Estimulación olfativa 1

Érase una vez un niño a una nariz pegada. Así podría comenzar esta entrada dado el interés de Erik por los olores. Si vamos a un restaurante, lo primero que hace es aguzar la nariz y dirigir sus pasos hacia la cocina. Tiene que dar su visto bueno, jaja, y nada de olor a frituras. Si toma comida india, pregunta por las especias del plato, y él solito se las apaña para pedir el pan con comino. Le encanta recorrer el jardín, descubrir las plantas aromáticas, nombrarlas y comer un trocito. Y es muy especial con los olores corporales, vamos, que en casa todos muy limpios, jaja.

Recuerdo el gran placer de Erik cuando visitamos el Museo de las Especias este invierno en Hamburgo. Menudo atracón de olores y cómo metía sus manitas en las sacas para palpar y sentir las diferentes texturas mientras arrugaba la naricilla feliz.

Aunque los olores hoy en día siguen demasiado presentes, atrás han quedado los tiempos en que se acercaba todo a la nariz u olía a las personas. Haber trabajado la discriminación olfativa ha sido de gran ayuda para él. Oler sigue oliendo, pero no de esa forma tan descarada y sistemática. No sólo reconoce muy bien gran cantidad de olores, sino que también dice “qué le huele bien o mal” y sabe controlar mucho mejor su fascinación o rechazo.

En varias ocasiones he comentado en el blog la importancia de trabajar los sentidos con nuestros hijos. Muchos de ellos presentan un déficit de procesamiento y modulación sensorial, con reacciones o respuestas exageradas a los estímulos del ambiente. Son niños que tienden a irritarse por la sobre estimulación que reciben del medio.

Cada sentido (tacto, gusto, olfato, oído, vista) nos provee información sobre el medio ambiente que nos rodea. El cerebro integra todos estos sentidos para proveer percepción y significado a toda la información que nos rodea. La integración sensorial es la organización de toda la información que entra por nuestros sentidos y es lo que nos da un entendimiento de lo que nos rodea y es lo que nos permite formular la respuesta adecuada a los estímulos del ambiente que está a nuestro alrededor.

Es decir, el enfoque de integración sensorial enfatiza que a los niños hay que enseñarles estrategias para que puedan acoplarse de manera más adaptativa en el ambiente. Otro aspecto importante de la integración sensorial es la modificación del ambiente para reducir la estimulación en exceso.

El gusto y el olfato son sentidos menores a los que normalmente damos poca importancia. Pero cuando estos sentidos perciben más información de lo habitual, pueden hacer que la vida del niño sea más incómoda y que éste sea etiquetado de caprichoso o maniático a la hora de comer o en lo referente a los olores. Son niños que normalmente perciben los olores antes que cualquiera que los acompaña y los reconocen, al igual que los sabores, mostrando desagrado por muchos de ellos.

El sistema Olfativo: registra estímulos cercanos, participa en el desarrollo del vínculo del niño y su cuidador, protege de sustancias nocivas y atrae hacia sustancias potencialmente alimenticias.

- Hay niños hiporreactivos (buscan estimulación): ignoran malos olores, huelen los objetos, las personas, la comida…, pueden poner objetos inapropiados en la boca o identifican a las personas por su olor, etc.

- Hay niños hiperreactivos (evitan estimulación): evitan olores, evitan alimentos por su olor, son superselectivos con las comidas, vomitan con facilidad, encuentra sabores y olores comunes repulsivos, etc.

En las entradas siguientes nos vamos a centrar en una serie de ejercicios para trabajar la estimulación olfativa, que dividiremos en cuatro pasos:

- oler
- discriminar olores
- asociar olores a situaciones
- clasificar olores buenos y olores malos –aceptación y control del rechazo