Autismo - mis amigos solidarios: Lourdes Aso Torralba

Hoy es el Día Mundial del Autismo. Me siento una mujer afortunada. Mi hijo me hace feliz y mi marido es fabuloso. He encontrado personas excelentes en mi vida: MIS AMIGOS. Y precisamente de mis amigos que también escriben quiero hablar hoy.
Inicio intercalados una serie de post en abril, Mes de la Concienciación sobre el Autismo, con los cuentos que han dedicado con mucha ternura y gran calidad literaria a los 67 millones de Eriks que hay en el mundo. (Los cuentos que están llegando este año los reservo para el especial "Estamos con el Autismo 2", que va a quedar genial. Después los iré subiendo también al blog).


Es su homenaje sincero a la Concienciación. Chicos, os quiero.


LOURDES ASO TORRALBA:

A Lur la “conocí” al compartir Taller Literario en el año 2006 y por fin nos vimos en persona por primera vez en Leyre. Qué ganas teníamos de conocernos tras habernos devorado cuento va, letra viene. Me impresionaron los ojos de Lur, “esta chica tiene mirada literaria”, pensé. Las sonrisas todavía asomaban tímidas. Minutos después, sin embargo, nos dominaba la complicidad. Había frescura, ingenio, igual que en esos relatos que Lur domina con maestría. La conversación saltaba, parecía un conejo de monte. Impredecible. Como la prosa, los diálogos o esos finales con los que Lur juega a sus anchas y atrapan al lector sin darle un respiro.

Lourdes Aso Torralba reside en Jaca, donde compagina la escritura con su labor de enfermera. Escribe porque le ayuda “a inventar otros mundos paralelos al que vivimos en los que puedo cambiar la realidad, transformarla al gusto, en contextos y lugares bien dispares. Al escribir disfruto, y si a los lectores les atrapa la historia, les hace soñar, es la mejor recompensa que puedo recibir a cambio”.

Ha publicado el libro de relatos "Boca de Agua", que se acaba de reeditar. Y está a punto de ver publicada su novela "Dragón Rojo", dirigida a un público juvenil. Cuenta con aproximadamente noventa premios y menciones en diversos concursos tanto en España como Francia (Ferney-Voltaire), Michoacán (México), San Juan de Puerto Rico, Argentina, Uruguay. Entre ellos destacan: el XII Premio Mario Vargas Llosa NH de relatos 2007, el Santiago Martín Jarauta del Colegio Oficial de Enfermería de Huesca, el de la Revista Almiar-Margen Cero o el de Alhoa Criticón.

Y a Lur tengo que agradecerle que me haya acompañado siempre no sólo en los momentos de angustia antes de conocer el diagnóstico de Erik, sino también en todos y cada uno de los logros de mi campeón.

Para conocerla mejor, podéis visitar su Página web. Y ahora os dejo con el cuento.


Erik con 18 meses. La palabra autismo había entrado en nuestras vidas.

AGUA Y CASTILLOS

Mi niño, ¿pero qué voy a hacer contigo? Miro tus ricitos rubios, tus ojos azules y me pregunto qué ha ocurrido en tu cabeza. Los doctores te examinan y dicen que eres un niño especial, que lo de perder a papá sólo ha sacado a la luz el problema que ya tenías. Yo no acabo de entender cómo funcionan las neuronas y de qué manera transmiten las órdenes del lenguaje y los movimientos. Es cierto, Héctor, la medicina no es mi punto fuerte y no tengo más remedio que creer al equipo que te trata.

Pero es que de la noche a la mañana se te ha olvidado todo lo que sabías, ni siquiera dices mamá; sólo agua.

¿Cómo voy a entender que pases horas delante de un ventilador viendo moverse las aspas en vez de golpear con el pie un balón? ¿O que si cambio de calle para comprar la barra de pan, no toleres que el recorrido no sea una copia exacta del día anterior y te tires de la silla histérico perdido? ¡Ay, Héctor!, es muy duro querer que tus bracitos me rodeen el cuello y no lo hagas nunca. O que jamás me sonrías. Todo eso lo soporto con paciencia y, si te miro, se me cae el mundo a los pies. ¡Eres tan frágil todavía! Cuando te duermes y escucho tu respiración tranquila, velo tu sueño y aprovecho para acariciar tu piel sin que me rehúyas. ¡Te quiero tanto! ¿Por qué no me permites entrar en ese mundo que te has inventado para que pueda ayudarte?

La pedagoga no sabe qué hacer contigo. Dice que algún día reaccionarás. Y yo rezo cada día para que ocurra. A veces hablan de autismo, de un shock o incluso, cuando les desconciertas tanto como a mí, me confiesan que no saben lo que tienes.

Hoy tenía la televisión encendida mientras tú estabas haciendo ese dichoso castillo de naipes cada vez más alto. Hace días que no te entretienes con otra cosa. Castillos y agua. Agua y castillos. Te miraba pensando que no puedo fallarte, que me necesitas y que aunque me apetezca llorar a papá, no me dejas ni tiempo para hacerlo. Querido Héctor, mi vida no existe más allá de estas cuatro paredes porque entre ellas estás tú. Mi niño…

Y de repente te has parado en seco con el naipe a medio camino. No traspasabas la pantalla como siempre sino que has detenido los ojitos y tenías el susto reflejado en tu carita de ángel. Entonces me he dado cuenta de lo que estabas escuchando. Era ese anuncio de tráfico en el que un papá se despide de los suyos. “Y si no vuelvo a veros, que sepáis que sois lo mejor que me ha pasado en el mundo. Os quiero.” Y te has puesto muy nervioso, hiperactivo como cuando algo te irrita mucho. Has renovado las energías en hacer el castillo de naipes con más ahínco, intentando llegar más alto. Hasta me has venido a buscar para que te ayudara a poner las cartas más altas. Cuando has cogido mi mano con tu manita he creído morirme. Me has señalado la silla y me he subido encima sin derrumbarte la construcción. Más arriba, más arriba. ¡Dios! Desde ese ángulo de visión he sido capaz de ver lo que tú veías, intuir los hilos que mueven tu comportamiento. ¿Quieres alcanzar el cielo para reunirte con papá? ¿Por eso estás tan obsesionado con tu castillo de naipes? ¿Y esa tristeza es la que no te deja hablar?

Ya perdonarás, creo que te he remojado los rizos con mis lágrimas. Me habría gustado abrazarte pero me he abalanzado sobre el teléfono para llamar a la pedagoga. Aprueba todo lo que le acabo de contar. Dice que ahora sí, que ya tiene por donde tirar contigo, que seguro responderás a su trabajo.

No sé si reír o llorar. Tu sensibilidad, Héctor, está fuera de lo normal. Ahora soy yo la que no puede articular palabra. Agua, sí, agua y más agua que se me escapa por los ojos. ¡Tan chiquito y ya vienes con esos naipes escondidos bajo la manga!

Y por eso te quiero más todavía. Mucho más desde que sé que vamos a salir adelante.

Lourdes Aso Torralba
Jaca, 2008.